miércoles, 13 de enero de 2016

Un marino intrépido





Héctor, el marino intrépido, se hallaba en plena lucha contra las olas cuando oyó una voz en el viento que repetía claramente su nombre, una y otra vez.
Pensó en ese momento que dicho sonido procedía de los silbidos del vendaval esquivando las jarcias que en todo el barco pugnaban por no soltarse... así que aferrado fuertemente al timón viró a babor siguiendo su instinto.
Al momento, un nuevo un quejido en el aire volvió a sonar hacia estribor, y esta vez la palabra Héctor se distinguió perfectamente y con ella la potente luz del faro. El marino intrépido corrigió "in estremis" su trayectoria evitando así que él y su barco fueran engullidos por las rocas.
Años más tarde solía deleitar a los más pequeños con esta aventura y le gustaba ver sus caras de fascinación cuando les enseñaba el gran faro que se hizo tatuar en la pierna en agradecimiento a quien salvó su vida aquella noche.

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